Los vikingos fueron un grupo de pueblos escandinavos originarios de las actuales Noruega, Suecia y Dinamarca, conocidos por sus habilidades como guerreros, navegantes, comerciantes y colonizadores entre los siglos VIII y XI. El término "vikingo" deriva de la palabra nórdica antigua "vikingr", que hacía referencia a las feroces expediciones de saqueo y comercio que estos pueblos realizaban.
Sus barcos, conocidos como drakkars, eran rápidos, ágiles y capaces de navegar tanto en mar abierto como en ríos poco profundos. Gracias a ellos y al dominio que demostraron del arte de la navegación, llegaron a lugares tan lejanos como Islandia, Groenlandia e incluso América del Norte. ¿América? Sí, le pese a quién le pese, los vikingos fueron los primeros europeos en llegar al nuevo continente. Liderados por Leif Erikson, un explorador nórdico, llegaron a lo que hoy conocemos como América del Norte alrededor del año 1000 d.C., aproximadamente 500 años antes de Cristóbal Colón.
Los vikingos son famosos por su crueldad y violencia |
La interpretación moderna que han hecho el cine, la literatura y las series de ficción nos ha transmitido una imagen exagerada y distorsionada de la realidad. En ellas, los vikingos suelen ser representados como guerreros violentos y despiadados saqueadores que devastaron monasterios y aldeas a lo largo de Europa. Entre los ejemplos más recientes tenemos películas como "El último reino" o series como "Vikings" o su secuela "Vikingos: Valhalla"
"Vikings" es un drama histórico creado por Michael Hirst centrado en la vida y las legendarias hazañas del guerrero vikingo Ragnar Lothbrok, un simple agricultor que llega a convertirse en rey de los pueblos nórdicos. A lo largo de las seis temporadas que tiene la serie, se narran sus ambiciones, incursiones y alianzas, así como las traiciones y los conflictos con otros líderes y reinos. No hay un acuerdo firme sobre la existencia real del héroe vikingo. Aunque es una figura central en las sagas nórdicas y en la tradición vikinga, no hay pruebas concluyentes que confirmen que Ragnar haya sido una persona histórica única. Es probable que Ragnar sea un personaje semilegendario, una figura que combina las hazañas de varios líderes vikingos reales.
"Vikings", la vida de Ragnar Lothbrock |
Otro de los vikingos más carismáticos de la historia de la televisión fue "Vickie" el personaje central de una serie de animación infantil de la década de los 80.
“Vickie, el Vikingo” fue una de las series de dibujos animados más populares entre la actual generación “boomer”, chavales y chavalas que, en la década de los 70, lucían las rodillas peladas de jugar en la calle, merendaban bocadillos de pan con chocolate, olían a Chispas y pasaban las tardes mirando inquisitoriamente al cielo en busca del helicóptero de Tulipán. La serie, creada por el escritor sueco Runer Jonsson, narraba las aventuras y desventuras de un enclenque y miedoso vikingo pelirrojo que vivía en Flake, una pequeña aldea situada en algún lugar imaginario entre Suecia y Noruega. Durante los siete años que se mantuvo en antena, esta serie acercó al público infantil de nuestro país la cultura, las tradiciones y el modo de vida del pueblo vikingo, siempre de una manera amena, entrañable y simpática.
"Vickie, el vikingo" |
Es curioso, pero si por algo no se caracterizaron estos aguerridos habitantes nórdicos fue por mostrar un carácter ameno, entrañable y simpático en sus visitas. La interpretación moderna que han hecho el cine, la literatura y las series de ficción nos ha transmitido una imagen exagerada y distorsionada de la realidad. En ellas, los vikingos suelen ser representados como guerreros violentos y despiadados saqueadores que devastaron monasterios y aldeas a lo largo de Europa. Pues ni la ternura e inocencia de Vickie ni la crueldad de Ragnar Lothbrok. Como dijo acertadamente el sabio Aristóteles: “la virtud, como siempre, se encuentra en el término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto”. Pero, vayamos por partes y empecemos por el principio.
Siempre se ha considerado a los vikingos como un grupo de pueblos nórdicos que vivieron entre los siglos VIII y XI principalmente en Noruega, Suecia y Dinamarca (salvo en la capital española, donde los seguidores del Real Madrid CF lucen hoy en día orgullosos este apelativo). Esta localización geográfica nos lleva inmediatamente a construir el estereotipo de hombres altos, fuertes y musculados, rubios, de tez blanca y ojos azules.
Un drakkar cargado de vikingos madridistas
En el año 921, la expedición de Ibn Fadlan, a las órdenes del Califa Al-Muqtadir, viajó desde Bagdad hasta la corte del rey de los Búlgaros del Volga para tratar de expandir la religión islámica entre el pueblo búlgaro. La caravana fue asaltada por los vikingos y sus integrantes retenidos. Ibn Fadlan quedó impresionado por el poderoso físico de sus captores.
«[…] Nunca he visto ejemplares físicos más perfectos, altos como palmeras datileras, rubios y de complexión rubicunda […] cada hombre tiene un hacha, una espada y un cuchillo y no se separa de ellos en ningún momento […]»
Este es el primer mito que se puede derribar. Un estudio reciente, dirigido por Eske Willerslev, profesor de la Universidad de Cambridge y director del Centro de Geogenética de la Fundación Lundbeck de la Universidad de Copenhague, y publicado en 2023 en la revista Nature, evidenció que no seria extraño encontrar que muchos de ellos no tenían ascendencia escandinava y podían lucir el cabello, los ojos e incluso el tono de piel de un sorprendente color oscuro.
Aunque la cultura popular los ha retratado como guerreros violentos y crueles, esto no deja de ser otro error más. La realidad nos presenta a un pueblo mucho más complejo. No solo fueron exploradores, comerciantes y colonos, también agricultores, comerciantes y artesanos. Tenían sus propias leyes, componían poesía, y poseían una mitología compleja, con dioses tan conocidos y cinematográficos como Thor, Odín o Loki.
A partir del siglo IX, comenzaron a asentarse de forma permanente en los lugares ocupados para pasar el invierno. Muchos de estos asentamientos se prolongarían hasta acabar por dar lugar a ciudades importantes, como Dublín (Irlanda), Jorvik (Reino Unido) o Kiev (Ucrania). De esta forma, los vikingos tuvieron un papel importante en la formación de reinos como el de Inglaterra y Francia. La influencia no acabaría siendo únicamente económica, con el paso de los años, su genoma se acabaría mezclando con el de los habitantes locales. Los estudios genéticos demuestran que el seis por ciento de la población del Reino Unido porta ADN vikingo en sus genes.
Altos, rubios y fuertes, el típico cliché vikingo |
Fueran o no un pueblo culto en su intimidad, a la postre los registros históricos describen las invasiones vikingas como episodios inesperados, rápidos y extremadamente sangrientos. Eran unos experimentados navegantes y sus espectaculares barcos les permitieron viajar hasta lugares tan lejanos como América del Norte, Rusia, Turquía e incluso las costas del Mar Mediterráneo. Los monasterios cristianos y las pequeñas aldeas y ciudades costeras eran sus objetivos preferidos. Asesinaban a sus habitantes o los convertían en esclavos, robaban sus riquezas, alimentos y reducían a escombros y cenizas todo a su paso. La furia de los Berserker ha sido un tema fascinante y misterioso desde la antigüedad y son varias las teorías que se han propuesto para aclarar el origen de este comportamiento.
Desembarco vikingo |
En 1784, el teólogo sueco Samuel Ödman publicó “Una tentativa de explicación de la ira de los antiguos guerreros nórdicos berserkers a partir de la Historia Natural” un artículo en el que propuso que los guerreros de elite vikingos actuaban bajo los efectos de un poderoso hongo, que consumían antes de la batalla para alcanzar el estado de trance. Ödman mencionó la Amanita muscaria, también conocida como matamoscas o falsa oronja, una especie que contiene varios compuestos psicoactivos, como el ácido iboténico y el muscimol, que producen efectos tanto a nivel físico como mental. Según su teoría, los guerreros vikingos ingerían un brebaje elaborado con este hongo antes del combate. El efecto de estas sustancias sobre el sistema nervioso provocaría las alucinaciones, la euforia, la agresividad y la sensación de invulnerabilidad y desconexión que los describen.
En realidad, no hay fuentes históricas directas que confirmen el consumo de este hongo por parte de los berserkers por lo que la veracidad de esta teoría sigue siendo debatida por los historiadores. Además, el consumo de Amanita no siempre produce los efectos esperados. Aparte de náuseas, vómitos y visión borrosa, puede causar letargo extremo e incluso parálisis, efectos lógicamente contraproducentes en una batalla. En su libro “Los emperadores de los sueños: drogas en el siglo XIX”, el especialista Mike Jay concluye, de manera contundente, que la teoría del profesor Ödman, es únicamente un mito, basado en una interpretación moderna equivocada sin pruebas irrefutables que la sostengan.
Un estudio posterior elaborado en Universidad de Ljubljana por el doctor en etnobotánica Karsten Fatur afirma que existen otras sustancias con la capacidad de provocar la misma sintomatología que mostraban los berserkers en combate. Concretamente Fatur señala como candidata al beleño negro (Hyoscyamus niger), una planta de la familia de las solanáceas rica en Hioscianina, Atropina y Escopolamina, sustancias alcaloides cuya intoxicación provoca efectos similares a los anteriormente mencionados. Históricamente, esta planta ha sido muy apreciada en rituales chamánicos, como anestésico y vinculada a las famosas "pociones de brujas". Durante la Edad Media, llegó a ser utilizada también como aditivo embriagante en la cerveza. Bebida que los vikingos, por supuesto, consumían en ingentes cantidades.
¡Skol! |
Sorprendentemente, el uso ceremonial de la amanita se asocia, también, con la costumbre de beber la orina, ya que varios pueblos, principalmente en Siberia, sabían que los principios psicoactivos del hongo pasan a través del cuerpo sin ser transformados. Cuando el muscimol, la sustancia más activa del hongo, es ingerido, se absorbe en el cuerpo y, al no ser completamente metabolizado, se excreta sin degradarse a través de la orina. Esto permite que, al consumir la orina, el compuesto vuelva a entrar en el cuerpo y produzca efectos similares a los de la ingestión inicial, precisándose una cantidad relativamente pequeña del hongo para prolongar el estado de éxtasis hasta una semana.
El aventurero alemán Georg Henrich von Langsdorf, uno de los primeros exploradores de la zona de Kamchatka, constató que algunas tribus nativas como los koryak o los chukchis consumían los hongos de esta forma desde tiempos inmemoriales con el objetivo de experimentar unos efectos alucinógenos más potentes y duraderos. Estas prácticas eran habituales entre las etnias siberianas, las cuales posteriormente lo llevaron a través del Estrecho de Bering a Canadá, y desde aquí se difundió por toda América. Se sabe que esta sustancia sería también importante en el soma, una bebida utilizada en las ceremonias religiosas de los arios en la India, hace más de 3000 años.
La utilización de estas poderosas sustancias como ingredientes habituales en las prácticas rituales, el chamanismo, la brujería y la farmacopea puede ser la explicación científica que se esconde, no solo la explicación de los vuelos en escoba de las brujas, también la leyenda popular del mismísimo personaje navideño de Santa Claus.
Una práctica habitual de la tribu sami de Laponia, como ceremonia previa a la llegada del solsticio de invierno, era compartir estas setas con sus renos, a los que utilizaban para metabolizar las toxinas y reducir así su peligrosidad. Después de una ingesta importante, los animales manifestaban un comportamiento inusual, llegando a alcanzar un estado de agitación extrema caracterizado por carreras y saltos, tan descontrolados que parecía incluso que pudieran echar a volar.
Los chamanes, posteriormente, recogían la orina de los renos narcotizados para su propio consumo. Si atamos los cabos, no es difícil imaginar cuál podría ser el origen real del mito de los renos voladores de Santa Claus. Bajo los efectos psicotrópicos de los alcaloides, cualquier persona sería capaz de afirmar con rotundidad haber visto volar sobre su cabeza un trineo de madera cargado de regalos, empujado por nueve enormes renos colocados y dirigido por un orondo anciano barbudo, con un ligero regusto de orina en la boca y vestido con un ridículo pijama colorado.